26/7/12

Evita



Los grandes liderazgos tienen, en general, dos ejes.

El primero es el estratégico, el netamente político. Quien se encuentra en ese rol debe ser un ajedrecista vivo y centrado, que sepa tomar firmemente sus decisiones y, a su vez, leer las decisiones que van a tomar sus oponentes. Debe ser, más que de convicciones, una persona de ideas y, sobre todo, de acción.

El segundo es el "espiritual", el más ligado a los sentimientos. Quien lo personifique debe ser una persona de sentimientos muy fuertes y mucho carisma, que sepa llegar a las fibras más íntimas de la gente y sepa ser para ellos un representante cercano y humano. Evita fue el exponente más grande de este tipo de liderazgo en nuestro país.

Su llegada casi casual al hipócrita mundo de la política y su corta edad la hacían una mina pura, genuina, que difícilmente se callaba las cosas que pensaba y difícilmente dejaba de hacer las que creía que debía hacer. Era más confrontativa que el propio Perón, tenía sus ideas más a flor de piel y era, quizás, más dura con sus enemigos. Era, en pocas palabras, más revolucionaria.

Muchos, incluso yo, dirán que Evita no hubiera logrado nada sin Perón. Es verdad. La política -lamentablemente- la hacen tipos como Perón. Sin embargo, no son los tipos como Perón los que entran, de esta manera, en el corazón de la gente. No son los tipos como Perón los que hacen que el pueblo sienta que hay una de ellos arriba. Que hay una que, como ellos, sabe lo que es ser una bastarda, una escoria para los que determinan a su gusto los valores de la sociedad. Que hay una que los ama con una honestidad sentimental que no podrían pedirle a ningún "político de raza". No son los tipos como Perón los que pasan a la inmortalidad con un cariñoso diminutivo elegido por el pueblo.

No pretendo con esto que escribo alimentar ese amor vacío de cierta gente hacia una Evita con cuyas convicciones muchas veces están en contra. Yo no me como la obra de broadway, ni aquella eterna costumbre de los yankees de imprimir en remeras y posters lo que en el fondo quieren combatir, y de transformar en íconos vacíos a la gente llena de contenido como el Che o ella misma. Yo lo único que pretendo es que tomemos a estar mujer como lo que fue, más allá de las ideas políticas que, en este caso, están en un segundo plano. Evita fue, simplemente, un cacho de corazón en un mundo gobernado por la razón.

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