1/6/12
Botas por cacerolas
¿Es casualidad que los únicos dos cacerolazos del mandato de Cristina Fernández se hayan dado en el marco de conflictos con los dueños de la tierra? ¿Es casualidad que estos cacerolazos hayan sido en los barrios más pudientes de la capital? ¿Será, acaso, que la clase media-alta tiene un particular cariño para con este sector económico?
El cacerolazo de ayer, mucho menor en dimensión que aquel de 2008, se organizó supuestamente como protesta contra la corrupción del gobierno y se usaron como disparador las desafortunadas declaraciones de un cada vez más impresentable Aníbal Fernández. Sin embargo, es por lo menos curioso que un fenómeno como éste se de, al igual que hace cuatro años, en el momento en que un conflicto entre el kirchnerismo y la mesa de enlace es parte de la agenda inmediata -en este caso con la aprobación de la revaluación de la tierra aprobada ayer en la provincia de Buenos Aires-.
Otra posible explicación de lo sucedido ayer es la novela del dólar, otro problema que a los argentinos de clase media y media-alta pone muy sensibles a pesar de no tener una gran incidencia en la economía doméstica. Con respecto a esto se puede decir que claramente hay un exceso de confianza en una moneda que ni siquiera es rentable como inversión, y a la cual se recurre en cualquier momento -no sólo en épocas de crisis-. En mi opinión personal, hay también cuestiones culturales impuestas por la oleada neoliberal 1976-2001 que marcaron a fuego esta desconfianza crónica en nuestra moneda. Pero esa es otra historia.
Como conclusión del cacerolazo de ayer quedan pocas certezas y muchas dudas que sólo pueden ser aclaradas con intuición. Tal vez, algunos crean en serio que la Argentina es el campo y, mucho peor, que el campo son los grandes terratenientes. Creerán que tocar al campo es meterse con lo más profundo de aquella Argentina blanca y aristocrática que defienden, a veces consciente y otras veces inconscientemente. Será, entonces, que aquellos que supieron financiar y motivar a las botas que tanto daño hicieron a nuestro país, ahora han optado por apoyarse en las cacerolas. Cacerolas que, con su avaricia y ambición ilimitada, sólo han ayudado a vaciar.
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